Las sorpresas del cambio climático


La sustancia química DDT, usada intensamente hasta hace treinta años, parece haberse estacionado en los hielos de la Antártida. Lo que en su momento pudo haber sido una buena noticia, ahora es mala: el derretimiento deja libre una gran cantidad del producto, que puede afectar a las aves. Concretamente, hace que la cáscara de sus huevos sea más delgada.

Las sustancias químicas que quedaron atrapadas en el hielo durante décadas están ahora siendo liberadas a medida que los cambios climáticos derriten los glaciares antárticos. Estos productos, entre ellos el peligroso y ya prohibido pesticida DDT, están llegando al ecosistema polar y encontrando su camino hacia las poblaciones de animales.

Los científicos hicieron este descubrimiento cuando estudiaban los niveles de contaminación en las grasas y los huevos de los pingüinos adelie. El DDT ha estado prohibido o severamente restringido desde la década del setenta debido a que se demostró que junto con otros compuestos orgánicos persistentes causaban enfermedades en el sistema reproductivo de los animales.

En las aves, por ejemplo, el DDT se descompone en un DDE, que puede bloquear la absorción de calcio y causar así que pongan huevos con cáscara más delgada. Por eso, los científicos esperaban hallar niveles más bajos de DDT en los pingüinos. “Nos sorprendimos al encontrar que los niveles no habían disminuido, sino que se han estabilizado”, dijo Heide Geisz, investigadora del Instituto de Ciencia Marina de Virginia, en los Estados Unidos.

Pero hay aún más: una pequeña cantidad del producto químico aún no había sido asimilado por el metabolismo de los animales, lo que sugirió que existía una nueva fuente de provisión de DDT que estaba llegando a los intestinos de los pingüinos.

Para resolver el misterio, Geisz y sus científicos colegas comenzaron a buscar las vías que los contaminantes podrían haber recorrido. Al igual que sus primos, los pingüinos emperador, los adelies no migran fuera de la Antártida. Por lo tanto, Geisz supuso que las aves debían haber encontrado los contaminantes en el propio hielo de los glaciares. Así, en primer lugar, midió el DDT en el medio ambiente de Africa, donde este pesticida se sigue utilizando en algunos países para eliminar a los mosquitos infectados con malaria.

El DDT se evapora fácilmente en la atmósfera, y las corrientes de aire lo arrastran hacia los polos. Allí el aire se condensa y deja caer su contenido como lluvia. Pero cuando Geisz analizó la presencia de DDT en el aire, el agua y muestras de nieve, los resultados fueron negativos, lo que reforzó la idea de que el producto químico no era procedente de las fumigaciones actuales.

“Nos preguntamos: si no hay DDT en la nieve, el hielo actual, el agua o el aire, ¿de dónde viene? Y el único lugar que arrojó niveles mesurables de DDT fue el hielo derretido de los glaciares”, dijo Geisz. Su equipo encontró que durante su uso generalizado en la década del setenta, el DDT fue arrastrado por el aire hacia los polos y quedó atrapado en el hielo glacial.

Ahora, como el calentamiento de la región causa un derretimiento de los glaciares a ritmo récord, productos químicos almacenados por décadas están siendo liberados en el ecosistema. Seguramente, se trata de un nuevo efecto, secundario y tal vez insospechado, del cambio climático.

Geisz y su equipo estimaron que la cantidad de DDT liberado por los glaciares es de uno a cuatro kilos por año, un nivel bajo como para tener un efecto nocivo en los albatros. Sin embargo, todavía no está claro si el derretimiento de los hielos ya ha alcanzado lo máxima liberación de DDT o si lo peor está aún por venir.

Birgit Braune, investigadora científica de la agencia gubernamental de Medio Ambiente del Canadá, quien estudia la contaminación en las aves marinas del Artico, aseguró: “Básicamente, el equipo de Geisz comparó los nuevos datos con otros más antiguos, y si bien ha habido cambios en la metodología, su argumento ciertamente tiene sentido”.

El siguiente paso del equipo de Geisz es estudiar toda clase de contaminantes químicos presentes en los pingüinos adelie y comparar sus conclusiones con otras aves marinas antárticas que emigran en invierno. Todo indica que habrá más novedades si el calentamiento global continúa con su incesante marcha en la Antártida.

Info: National Geographic
Foto: Graeme Stemp-Morlock

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