Una historia más

Sí sí ya sé, me tengo que poner a escribir de nuevo.
Pero ando vaga, o no se me ocurren ideas interesantes.
Prometo que pronto le haré caso a mi maestro Stephen King y me sentaré frente a una hoja en blanco y me obligaré a escribir algo.
Él tiene razón, siempre funciona y algo sale.
De momento les dejo una historia, de las más nuevas que tengo, la escribí en Mayo de este año.
La particularidad de este texto, es que es el primero después de un muy largo período, en el que la historia no termina mal.
Espero que les guste. Espero comentarios, críticas y esas cosas.

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Desayuno

Le dio tres vueltas a la cucharita, como cada mañana hacía cuando preparaba su café. Si tomaba café solo lo prefería con azúcar, ya que solo soportaba el sabor del edulcorante si era un cortado.

Esas pequeñas obsesiones le recordaban a ella. A pesar de habérselas criticado tantas veces, en definitiva le gustaban, era algo más que la hacía tan especialmente única.

Tomó un sorbo de su café y disfrutó del sabor. Comenzó a trabajar, tenía un largo día por delante, con muchas actividades y responsabilidades. Quiso concentrarse en ese proyecto que tenía que presentar por la tarde, pero ella volvió a su cabeza.

Recordó la noche anterior y como le había hecho el amor.
Luego de la cena la había mimado un largo rato y le había preguntado si quería unos masajes para aliviar su constante dolor de espalda. Desde hacía un tiempo ella sufría de ese dolor y solo sus masajes lo aliviaban un poco, para no tener que llegar a las pastillas. Ella decía que no quería tomarlas si podía soportarlo y él pensaba que todo estaba relacionado a la vida que había tenido, a ese siempre cargar pesos sobre su espalda.

No pudo evitar recordar la sonrisa de ella, el sí inmediato y de la increíble forma en que se había sacado la remera dejando su cuerpo al descubierto para que él pudiera hacer, y se había recostado en la cama dejando esa maravillosa espalda completamente a su disposición. Por supuesto, su cuerpo reaccionó ante ese juego de la memoria, de la misma manera en que había reaccionado la noche anterior.

Repasó uno a uno sus movimientos, semejante imagen lo había tentado por supuesto, y antes de tocarla había puesto su cuerpo sobre ella para sentirla y que lo sintiera, y le había besado la espalda...el cuello. Ella había respondido con esa clase de sonidos que a él le encantaba escuchar y en ese momento quiso tenerla, pero ella reclamaba los masajes prometidos. Y él cumplía con sus promesas.

Sabía que esa mujer que él decía propia, no lo era. Al menos no del todo. Podía haber firmado un papel o haberse puesto un anillo, podía haber jurado cosas que no iba a cumplir, pero él sabía que en su cabeza y su corazón se escondía un profundo océano de historias y secretos que nunca iba a llegar a conocer por completo, y quizás, no quería conocer. Porque no quería que nada de eso fuera una traba, un impedimento para poder tenerla con él, para poder disfrutarla hasta el último momento...la amaba así, como era.

Volvió a sus recuerdos y visualizó como, luego de cumplir con lo prometido, la había empezado a besar muy suavemente y a acariciar por todo el cuerpo. Le encantaba ver como su piel brillaba con el reflejo de la luz del televisor encendido, y cómo se revolucionaba con ráfagas de escalofríos cuando él la besaba en el cuello. Le fascinaba ver que él provocaba eso en ella.

Conocía perfectamente la ubicación exacta de todos y cada uno de los lunares de su cuerpo, los de su espalda, sus brazos, el del costado de su pecho izquierdo, los de su cuello, el que estaba cerca de su ombligo, hasta los dos mínimos de su oreja derecha y ese tan interesante que tenía justo entre medio de sus pechos y que solo era visible cuando ella estaba desnuda.

Estaba tan profundamente enamorado de ella, que a veces temía perderla.

Un sonido lo volvió a la realidad. El teléfono. Atendió, era su jefe. Miró la hora y pensó en lo tarde que se había hecho. Tenía que volver al trabajo. La presentación.

Se disponía a dejar los recuerdos de lado por un rato, cuando sonó un mensaje de texto en su celular. Era ella.

"Me encantó lo que me hiciste anoche. Te amo."

Sonrió, cerró el celular y se dispuso a trabajar.
Ya faltaba menos.
Esa noche le iba a hacer el amor, otra vez.

4 charletas:

elnúmida dijo...

Supongo que no pasará la censura pero se te extrañaba.

Bea dijo...

Al fin.

Saludos "viernísticos" !!

Besote.

CaroTros® dijo...

Sabe que la quiero? Mucho.
Sabe que la extraño? Mucho.

Ah bueno, solo para quedarme tranquila de que lo sabía.

Y feliz viernes para ud!

Besotes,
Caro.

CaroTros® dijo...

Númida,
Los mimos siempre son bienvenidos.

Gracias por estar, como antes, como siempre.

Besos,
Caro.