Lágrimas de Colectivo

Esta mañana, como todas, tomé el 110 que me lleva desde mi casa en Villa del Parque, a Palermo para venir a trabajar.

Me tocó sentarme en uno de los asientos en los que vas mirando para atrás. En general trato de evitarlos. Primero no me gustan y segundo me mareo. Pero a veces no hay opciones y el viaje es largo para ir parada.

Ir mirando para atrás implica también ir viendo a todos los que comparten el viaje conmigo. Es una práctica habitual en mí hacer un análisis de cada persona que me llama la atención (no de cualquiera) en base a como se viste y los objetos personales que porta, pensar en como es esa persona, como es su vida, su familia, ver dentro de que prototipo encaja, si va tarareando quiero adivinar que música está escuchando, etc.

El viaje se me hace más corto y más entretenido, pero ya a esta altura no es algo premeditado. Lo hago automáticamente y no me dí cuenta real de esto, hasta hoy.

Si bien en el primer tramo del viaje iba bastante inmersa en mis pensamientos y en la música que sonaba en mi mp3, hoy me llamó mucho la atención ver a tres mujeres llorando en el colectivo.

No me llamó la atención verlas llorar. Tampoco que fuera en el colectivo. Lo que me sorprendió fue que las tres estuvieran llorando al mismo tiempo, en el mismo colectivo, por diferentes motivos seguramente y sin verse entre sí.

Recordé las noches de los jueves en las que salgo de terapia y muchas veces me pongo a llorar en el colectivo sin que me importe absolutamente nada. Y las entendí. Entendí que a veces es muy fuerte lo que nos pasa y no lo podemos contener.

Miré a la mujer que estaba más alejada. Una señora de unos sesenta años, con la piel muy muy blanca, casi transparente y que tenía los ojos llenos de lágrimas. Pensé que quizás habría enviudado hacía poco y lloraba por haber pasado por algún que le recordaba a su marido. Después pensé que podía ser por los hijos, que no los veía tanto como ella deseaba y los extrañaba.

Luego puse mi atención en la otra, la que estaba casi frente a mí. Ella realmente me conmovió. Tenía los ojos colorados y trataba, sin éxito, de tragarse el llanto.

Era una mujer de unos cuarenta años, pero de esas que yo defino como "apretaditas". Vestía con ropa muy seria. Pantalón negro de vestir, una polera color salmón que era su única nota de color, un tapado negro y una cartera también negra. Tenía dos anillitos de oro de los cuales uno era una alianza. Llevaba el pelo con un corte carré y flequillo. Estaba seria, pero sus ojos transmitían una tristeza muy profunda.

Me imaginé un matrimonio opaco, sin luz, vacío. Volví a ver su actitud "apretadita" que traduje en que nunca o pocas veces cogió bien. La ví cuidando hijos que después la maltrataban y rodeada de una familia que nunca se interesaba por sus necesidades. Me dieron ganas de abrazarla cuando la ví doblar el pañuelito de papel y secarse los ojos con mucho cuidado para que no se le corriera el maquillaje y nadie preguntara nada en la oficina.

La tercera mujer lloraba casi a escondidas. Tratando que nadie la notara. Que nadie se fijara en ella ni en su dolor. Era un dolor que tenía que mantener oculto. Ya no sabía si lo hacía porque no quería que nadie lo sepa, si era para que él no lo sepa, o si sentía que ya nada de eso valía la pena. Cada vez que sentía el enojo de él hacia ella manifestarse, sentía que nada había valido la pena.

Solo podía pensar en esos sueños que había tenido. Iba escuchando ese tema que se lo recordaba y que tenía un mensaje para él. Sabía que todavía seguía enamorada. A pesar de todo y profundamente. Eso era algo contra lo que ya no podía luchar. Solo le quedaba esperar.

Quizás algún día. Quizás en otra vida. No lo podía saber. Y por eso lloraba. Por la incertidumbre de no saber si algún día todo ese amor que sentía, iba a valer la pena.

La tercera mujer que lloraba en el colectivo se sentó en el mismo asiento que yo. Ambas mirabamos hacia atrás. Yo iba escuchando este tema.

Ella también.

6 charletas:

Christian dijo...

Tremendo y hermoso... Un beso y un abrazo.

CaroTros® dijo...

Gracias.
Beso y abrazo para vos también.

elnúmida dijo...

Al menos en tu casa te espera tu maridito para consolarte no?

CaroTros® dijo...

Si, se ve que soy un a mujer de suerte.

Anónimo dijo...

caro hermoso...se ve que no perdés el tiempo nena eh...es agotador vivir así...pero es tan vital no???

te quiero, see you tomorrow

grossssssssssa

CaroTros® dijo...

Vivir, solo cuesta vida.
Te quiero nena.
Vos sos re grosa!