Para Martu

Yo recién arrancaba en un trabajo nuevo, con todas las dificultades que eso implica. O al menos para una persona como yo, a la que le cuesta relacionarse con la gente y que es temerosa de los cambios. Me ponía nerviosa no conocer a nadie, aprender un idioma de laburo nuevo, hacer algo que no me convencía demasiado y sin saber si realmente me gustaba.

Tenía clarísimo que era mejor que lo anterior. Cualquier cosa hubiera sido mejor que vivir agotada por trabajar 10 horas al día siempre parada, sin tiempo para comer o para ir al baño, sin libertad para hacer un llamado, y atendiendo a minitas de barrio norte mal cogidas que se pasaban horas probándose ropa y disfrutaban imaginando que la vendedora era su esclava personal.

Estaba contenta por el cambio porque era como haber salido de la cárcel, pero estaba muy asustada. Asustada porque había dejado de ser yo para transformarme en una vendedora de ropa, y no sabía si iba a poder ser nuevamente quien había sido. Asustada por no saber si era capaz de afrontar el desafío de algo que me era desconocido. Asustada de todas las expectativas que estaban puestas en mí.

El primer jueves que fui a la grabación del programa para que me presentaran a la gente con la que iba a trabajar, estaba muerta de miedo. Me acuerdo que me sentía muy chiquitita.

Así, en esas condiciones, me presentaron a Martina. “Ella es Martina, la productora periodística del programa”. Me acuerdo que nos dimos un beso, yo te puse mi mejor sonrisa y vos, me ignoraste olímpicamente. Y como ya sabés, me caíste para el orto.

Sssshhhh, te callás y me leés hasta el final, carajo! Después opinás…

No recuerdo a quien estaban entrevistando, pero vos hacías comentarios sobre lo que pensabas del entrevistado y lo nabo que te parecía. Yo te observaba asombradísima. Por qué? Porque yo soy de callarme lo que pienso en ese tipo de situaciones, y me chocó alguien tan verborrágica. No dejaba de pensar, “yo me voy a llevar para el culo con esta mina”.

Todo esto me pasaba por la cabeza sin saber, que vos también estabas muerta de miedo. Que vos tampoco sabías si ibas a poder. Que habías agarrado el laburo pero que nunca habías producido nada y andabas pidiendo consejo. Y sin saber, que sos una polvorita que salta como leche hervida cuando le ponen enfrente a un nabo. Vos ya sabés de quien hablo.

Tuve la suerte de seguir yendo cada jueves a la grabación, esta vez sola. Primero me sentaba lejitos tuyo, porque pensaba que ante cualquier comentario nos íbamos a trenzar mal. De a poco me fui dando cuenta que todo eso que me había jodido era pura espuma y de a poco me fui sentando más cerca. Me dejaste ir charlando un poquito con vos y empezamos a darnos cuenta que teníamos muchas cosas en común.

Empezamos a reírnos muchísimo juntas, a charlar de nuestras cosas en cada hueco que nos daba la grabación, a compartir música, lecturas y sentimientos. Empezamos a esperar ansiosas a que llegue cada jueves para ya no charlar, sino vomitarnos las cosas que teníamos para contarnos de toda la semana.

Debo confesarte que no hace tanto, me volví a equivocar con vos. “Martu no me va a entender si yo le cuento”, pensé. Y me cagaste otra vez, porque me entendiste como nadie, porque a vos te dolía de la misma manera que a mí. Y eso nos terminó de unir.

No se ni como, pero pasaste de ser “Martina, la asquerosa esa”, a ser “Martu, mi amiga”. Te ganaste un lugar en mi corazón, pendeja.

Sos como un pequeño huracán. Tenés toda esa fuerza, esa energía que te moviliza el cuerpo y el alma. Sentís todo tan a flor de piel que a veces asusta.

Te veo tan fuerte y tan frágil al mismo tiempo. Sos un ejemplo para mí en muchas cosas, y también me dan muchas ganas de protegerte.

La vida me dio el privilegio de conocer a una gran mujer, una gran madre, una gran amiga. Al margen del laburo, el desafío valió la pena, sin dudas.

Ahora sí, ya podes opinar porque conociéndote, debes estar desesperada por poner un comentario. O no?

Te quiero mucho, pendeja. Te mereces toda la felicidad y como me dijiste vos a mi hace poco, ésta la ganamos nosotras.

Muy felices 29 añitos…29 recién? Que hija de puta, ves que sos una pendeja? Jajaja!

Otra vez, te quiero y SOS GROSSSSSSSSSSSSSAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!

Ah! y acá te dejo un regalito, uno que te puedo dar hoy. El otro, junto con un gran abrazo, te lo doy el jueves.

Zamba del Inmigrante - Ismael Serrano

1 charletas:

Anónimo dijo...

carito no se que pasa que posteo y no lo sube. me encantó el relato. creoq ue es muy especial lo que nos pasó este año. esto de compartir MUCHO mas que un programa de radio.
me alegra haberte caido mal jajajaj ya sabes que no soy afecta a agradarle a todos....ja.
gracias por estar tan cerquita y todo lo demás q tengo para decirte te lo voy a decir en vivo..vos sabés...te quiero mucho, gracias por dedicarme estas líneas...martu