Costumbres

Uno siempre se acostumbra a todo. Tanto a lo malo como a lo bueno, siempre, inevitablemente, nos terminamos acostumbrando. 

De lo bueno notablemente más rápido, con lo malo renegamos un poco más, pero siempre nos acostumbramos. Lo duro son los primeros días. 

Acostumbrarse a la ausencia, a la falta, a la distancia. Es duro.

En este tiempo se volvió una costumbre hermosa que estés dando vueltas con tu magia, que tu alegría lo inunde todo sin permiso, que mis gruñidos se volvieran carcajadas, que tus ojos profundos me miraran y me analizaran.

Y ahora, en los primeros momentos en los que no estás, todo se hace cuesta arriba. Se oscurece y se vuelve un gran tedio. Se apaga el motor y no dan ganas de estar en otro lugar que no sea en el que vos estés habitando. 

Aunque solo fuera para saberte cerca, contar con que nos podemos cruzar en algún momento para regalarnos una sonrisa, un jugueteo, una mirada de esas. Tener un minuto de magia.

Te volviste mi costumbre diraria, y esa costumbre me motivaba. Esta vez no estoy dispuesta a resignarme, pero es el momento de construir algo nuevo. 

Una nueva costumbre, que tendrá que convivir con esta distancia impuesta, pero que está obligada a ser explosiva, alegre y mágica como vos. 

Porque aunque todavía no sepa de que manera y por momentos me entristezca tremendamente recordar cada momento donde ahora me faltes, si algo aprendí de vos, es a mirar las cosas con un velo de alegría, y no quedarme en lo triste.

Solo me doy este permiso acá, donde sé que estoy sola, para reflexionar y dejar fluir mi melancolía. Para que cuando vos me mires de nuevo con esos ojos increíbles, encuentres en mí solo risas, sonrisas y festejos. 

Porque no te mereces nada menos que eso.

"No hay nada peor que los calendarios
Si hay fin es hoy

Razón tiene el diccionario 
Y a mí sólo me guía el sol 

A mí sólo me guía el sol "
(Anfibio_Lisandro Aristimuño)


0 charletas: